La imagen es una pieza fundamental en la sociedad en la que vivimos y básica para obtener el impacto y la visibilidad en una contienda electoral al llegar a los votantes. Esta engloba términos de identidad, de reputación y aspectos físicos. Es la marca que a través de los años de vida se va dejando y como aspirante a un puesto de elección se debe consolidar, destacar e incluso soterrar.
La principal característica del manejo de imagen es hacer conocida a una persona y que esta sea atractiva a los demás. En tiempos de campañas electorales, los políticos, medios de comunicación y por supuesto, los ciudadanos, entran en mayor actividad y se dirigen de manera continua unos a los otros.
“La habilidad de proyectar una imagen positiva es uno de los ingredientes importantes de cualquier campaña esta ayuda a
elevar el nivel de agrado del candidato por parte del electorado. Los ganadores casi siempre tienen una semblanza más
atractiva que los perdedores”
(Elgarresta, 2002).
La imagen pública en general y la de los políticos en particular, se correlaciona con la noción de espacio público existente, es decir, puede ser vista y oída por todos. Frente a los ciudadanos, potenciales votantes y decisores del futuro político de un partido o candidato, la imagen personal se constituye en un factor determinante a la hora de tomar decisiones electorales y es actualmente una de las piezas clave en la implementación de la estrategia de campaña, por lo que debe ser coherente y funcional.
En los últimos años la imagen ha cobrado mayor relevancia por muchos factores, entre ellos la posibilidad que tiene ser juzgado por el mundo online mediante una fotografía. De ahí que la imagen de cualquier candidato debe ser concebida de manera integral en todos los ámbitos.
La figura del candidato toma mayor importancia en una elección ya que el mundo se torna más visual y lo que se percibe es irrefutable; generalmente respaldan al que resulta más parecido a la imagen ideal del servidor público que ellos identifican para ese cargo. En este tenor los candidatos no tienen la libertad de proyectar cualquier imagen que ellos piensen les puede hacer ganar votos.
“Una vez que los electores han estereotipificado a un candidato se hace extremadamente difícil cambiarle la imagen”.
Los candidatos son percibidos como líderes lo cual incluye su experiencia política y sus habilidades. Deben demostrar sus calificaciones para el cargo público al que aspiran. Además son juzgados como personas incluyendo su integridad, familia y otros aspectos de su personalidad. Los candidatos son evaluados como comunicadores considerando su estilo de oratoria y uso de los medios así como proyectar una imagen atractiva en televisión, mientras que otros requieren un doblaje en la voz y tener poca exposición.
Al diferenciar al candidato recalcando su personalidad y sus cualidades frente a los demás, construimos que los electores lo encarnen como su líder esperado que será capaz de sacar adelante todas las necesidades, insatisfacciones, por ende, beneficiarlos.
Finalmente, los votantes y ciudadanos buscan coincidencia entre sus valores y los de un partido o candidato. Razón por la cual debe reflejar valores similares a los del ciudadano haciendo hincapié en la importancia de despertar los sentimientos de la gente y generar el mismo grado de confianza y seguridad en la ciudadanía.